
La razón por la cual decido escoger este simple título, pero que tanto sentimiento me transmite, es debido a que me gustaría hacer referencia a esos momentos, recuerdos y jornadas monteras que permanecen en nuestra memoria a lo largo de nuestras vidas, esos que solo conocemos los que compartimos esta afición. Los cuales esperemos que cada año vayan creciendo y nadie tenga la capacidad de privarnos.
Un día más nos reuníamos nuestro gran grupo, en concreto, el 18 de Enero en Espiel para montear Los Valles. No hay mejor forma de comenzar la mañana que degustando un buen plato de migas, acompañado de una copa de anís, y charlando con nuestros preciados amigos. Empezó a lloviznar, pero esto no hizo que nuestros ánimos decayesen, al contrario, los avivó. En el rápido sorteo que hicimos, tuve la gran fortuna de sacar el puesto número 1 que pertenecía a la Armada los Miradores. Debido a que era un cierre salimos de las primeras armadas y cerca de las 10:30 mi padre y yo nos encontrábamos en nuestra postura.
Llegamos al puesto y nuestra impresión fue más que satisfactoria. Era un puesto espectacular atendiendo a los criterios en los que nos fijamos los monteros, muy amplio y en el que teníamos monte de cabeza, pedrizas y un llano, que posiblemente fuese muy querencioso para el escape del cervuno. Antes de que las recovas hicieran su aparición, ya podíamos ver el trasiego de las reses de un lado para otro; entre las cuales pudimos observar una collera de venados muy bonita, y un venado pequeño, que tuve la gran suerte de poder abatir. Justo en el momento que soltaron las rehalas, nos entró una pelota de ciervas y pude hacerme con una de ellas; por supuesto, abatiendo la más vieja, como mi padre me enseñó desde pequeño, para hacer una buena gestión. La lluvia no cesaba y la niebla empezó a echarse encima de todos los puestos imposibilitando la visión. Finalmente, el riesgo de que se produjese un accidente hizo que nuestros orgánicos decidieran suspender la montería.
Mientras que se realiza el sorteo, Pedro y Nono, pronuncian una frase que siempre llevo grabada: “Al campo se viene a disfrutar, por lo que debemos cumplir las normas, no queremos que por algún animal haya percances”, y en este momento se cumplió completamente. Por esto, me gustaría hacer un pequeño inciso en mi relato, y destacar la actuación de los monteros, en especial, a Miguel Arévalo, que como buen veterano se quedó el último marcando los bichos; los perreros, a nuestros orgánicos tanto por su elección como por la rapidez para solventar el problema; y por último, y no menos importante, a los arrieros que a pesar de las condiciones, realizaron su trabajo con profesionalidad.
Al llegar a la casa de la finca nos esperaba una candela, la cual pude disfrutar con todos los monteros entrando en calor y secando nuestras prendas. El catering nos deleitó con un almuerzo inaudito donde destacaba el buen vino, embutido, cocido, etc. Tras terminar la espectacular comida, mi padre y yo pusimos rumbo a Villaviciosa de Córdoba, pueblo que nos acogería esa noche, ya que al día siguiente nos esperaba otra ansiada montería. Al llegar a nuestro destino, dejamos todos los bártulos en la casa de mi familia y después de una ducha para entrar en calor, salimos a cenar. El lugar elegido fue el “Casino de Villaviciosa” que bajo mi punto de vista, fue un gran acierto. Su dueño, Pedro, gran amigo de nuestra familia, nos embelesó con determinados platos y fino de la tierra. Durante la cena, pudimos rememorar todas aquellas anécdotas de las que hable al comienzo, las cuales me trasladan a mi infancia, siendo el término de Villaviciosa de Córdoba el lugar donde descubrí el portentoso mundo de la caza de la mano de las personas más cercanas a mi. Debido a que el despertador sonaría muy temprano a la mañana siguiente, tomamos la decisión de no alargar demasiado la noche.
Al entrar los primeros rayos de sol por la ventana, mi padre y mi tío me despertaron. Sin tiempo que perder, me vestí y calcé mis botas. En “El Tejar”, un bar muy conocido del pueblo situado a las afueras, habíamos quedado una primera avanzadilla para llegar a “Las Mesas de Bembézar”, lugar donde nos reencontramos con mi hermano y finca que Nidohunting hubiese cazado el 28 de Diciembre pero que por culpa de fuertes lluvias tuvo que ser aplazada al 19 de Enero. Casi una hora de carril separaban a esta de nuestro punto de partida, tiempo que no se me hizo nada extenso debido a la preciosa y diversa orografía que pudimos vislumbrar a lo largo del trayecto.
En el momento en que llegamos, tomamos un buen desayuno que nos ayudó a matar el hambre durante la mañana. Este día no hubo sorteo, puesto que había sido realizado con anterioridad para prevenir que los animales saliesen de la zona de caza. Al dar el postor la orden de salida, toda nuestra armada “Los Puntales”, se puso en fila y en dirección al cazadero. A lo largo de la ruta hacia el puesto, observé la gran cantidad de hozaduras en el terreno, evidenciando la presencia de jabalíes en la mancha.
Tras unos minutos en el puesto, nos acomodamos y ya estábamos ansiosos de ver las primeras reses. El puesto era muy bonito con monte bajo a nuestras espaldas y un testerillo bastante limpio. La rehala Mari Carmen Prieto fue la encargada de sacar a las reses de sus encames en nuestra demarcación, y entre la gran variedad de razas de perros que componían esa rehala, los podencos fueron los que consiguieron levantar un cochino del monte que cumplió en nuestro testero, el cual pudimos cobrar. Justo después, otro tomó el mismo camino, este tuvo más suerte y logró salir airoso, no siempre se puede acertar. Los perreros ya tocaban las caracolas, sonido que indicaba que la montería había finalizado, en ese mismo momento, un venado irrumpió en el puesto. Rápidamente me encaré el rifle y logré alcanzarlo en las agujas, segundos después lo remató mi hermano de un tiro en el codillo como ha de hacerse para evitar el sufrimiento del animal. No habíamos terminado de recoger y ya nos llegaban noticias del buen porte de algunas piezas, premio a la gestión realizada ese año. Al concluir, marcamos y acercamos nuestros animales al carril para facilitar el transporte de los mismos. Pero antes de irnos, inmortalizamos el momento con una foto en ese espectacular paraje en el que el río Bembézar atraviesa la finca y deja sus saltos en toda su extensión.
Tras haber llenado nuestro estómago con algunos aperitivos, tuvimos que abandonar aquel maravilloso lugar, pues aún nos quedaba un largo camino de vuelta. Algún día y si el destino me lo permite entre sus jaras volveré a estar.
En este momento, tras haber redactado esta crónica, me doy cuenta de que es una de esas conmemoraciones que perdurará para siempre en mi memoria y alborotará mi alma. No solo pude disfrutar de la caza, siendo esta mi gran afición, también pude disfrutar de gente extraordinaria, entre las cuales incluyo a mi padre y a mi tío, las personas que me enseñaron este maravilloso mundo y a las que le estaré eternamente agradecido.
Desde la distancia os mando muchos ánimos para sobrellevar esta dificultosa situación que nos está tocando vivir. Estoy seguro que dentro de nada nos volveremos a juntar para disfrutar de lo que más nos gusta: LA CAZA y LOS AMIGOS. Un fuerte abrazo, espero que estéis todos bien y aquí os adjunto el recuerdo de un día que sin vosotros no hubiese sido posible.
¡QUÉ PERDURE NIDOHUNTING Y JAMÁS SE PIERDA NUESTRA TRADICIÓN!
Carlos Pérez-Borbujo Vargas 22/04/2020
Nota de NH: Querido Carlos. Me está costando mucho escribir esta nota, porque me ha emocionado, y no encuentro la forma de agradecerte a ti y al resto de jóvenes, como estáis sosteniendo con vuestra energía, ilusión e ímputo el frágil corazón de NH, donde la caza esta temporada…Tu padre, nuestro gran presidente, ha estado siempre a nuestro lado, desprendiendo toneladas de amor verdadero, sabios consejos, y mucho cariño. Ahora habéis sido los jóvenes los que en un momento duro, habéis sabido coger el relevo para mantener el sueño de dos humildes aficionados a la montería tradicional española, que un día se les ocurrió compartir sus conocimientos y pasión con todos vosotros, para seguir monteando como siempre nos habían enseñado nuestros antepasados. Os merecéis un homenaje, os queremos tanto que no imaginamos una temporada sin veros, y trabajaremos duro para que sigáis cumpliendo vuestros sueños…los nuestros… Por eso, volveremos con mucha más fuerza, Nidohunting perdurará siempre, gracias a vosotros y a vuestros relatos. Merece la pena, Gracias.
Un fuerte abrazo montero, y del relato no digo nada por que literalmente es “SUBLIME”…
Que alegría que puedas rascarle a la caza tantos recuerdos que formarán un tesoro en tu memoria de por vida ,pero sobre todo lo más importante es que sepas darte cuenta del valor de la amistad ,el regalo de valores y emociones que nos ofrece nuestra Montería.