
Era viernes 17 de enero y yo me desperté como cada mañana que voy de montería lleno de alegría. Esta vez íbamos a Cabalgaderos, una finca situada en Hornachuelos que yo no conocía, pero que por lo que me dijo mi padre y mi tío Alfonso, que trabaja allí, era muy buena, por lo que parecía que podía ser un gran día. Me duché y me preparé para salir. Eran sobre las 8 cuando estábamos saliendo de Córdoba y a las 9 menos cuarto estábamos allí. Lo primero fue saludar a María Torres (dueña de la finca) y luego un buen plato de migas y a la lumbre que hacía un frío que pelaba. Rezamos y nos dijeron el cupo, que hoy era de 5 venados y 3 cochinos. Esta vez íbamos al puesto al que solían ir mis abuelos que hoy no podían estar allí por circunstancias de la vida. Resulta que el puesto estaba a unos 500 metros del desayuno, cosa que en primera instancia nos desanimó un poco, aunque luego nos comentaron que eso no influía en nada y nos dejó más tranquilos. Esta vez nos acompañaba a mi padre y a mí, Rafa, un amigo de mi familia que venía de secretario. Fuimos de las primeras armadas en irnos ya que estábamos de cierre. Al llegar, analizamos el puesto que era un llano bastante amplio pero que sin embargo estaba descargado por un cerro gigante que teníamos a nuestra izquierda. Rafa dijo que él había estado varios años allí y que la mayoría de las reses buscarían la huida por el llano de nuestra derecha. Entonces decidimos que mi padre se quedaría tirando hacia la zona del cerro grande mientras que yo, junto a Rafa me ocuparía del llano por el que decía Rafa que se escaparían los bichos. Nada más comenzar la montería se empezaron a mover reses y nos entró por mi lado una pelota de ciervas con varios venados que no pudimos tirar. Al momento le entró por la zona de mi padre un venado herido de una pata y lo remató perfectamente. Ya soltaron los perros cuando de pronto el clásico arrollón de monte nos puso alerta a Rafa y a mí, y de repente por medio del limpio vimos aparecer un cochino que a priori parecía de gran tamaño. No nos lo pensamos y lo tiré tan pronto como pude. Le pegué dos tiros, en el primero le di trasero y en el segundo le atiné en la panza. Dado que yo tiro con un 243 que no es un gran calibre el cochino se iba pinchado, pero mi padre que estaba viendo el lance recorrió unos cuantos metros hacia atrás y llegó a tiempo para cortar al cochino, el cual estaba bastante herido, y acosado por los perros de mi abuela, que lo tenían parado, pegándole un tiro en el codillo y ahora si callo seco. Fuimos a verlo y resulta que no era un cochino de los que se denominan pequeño, es más yo creo que hasta ese día era el más grande que yo tenía matado. Al rato se descolgó un venado precioso del cerro grande que teníamos a nuestra izquierda al cual mi padre le soltó dos tiros y cayó a unos cuantos metros. Al rato la clásica hambruna de media mañana me impulso a acercarme hacia la zona de mi padre donde nos esperaba una buena tortilla de patatas. Mientras degustábamos esa increíble tortilla que tan bien le sale a mi abuela note un pequeño arrollón proveniente de las bajeras del cerro, pronto vi una collera de venados descolgándose hacia nosotros. Mi padre me tranquilizó diciéndome que los dejara llegar y cuando estaban a unos 50 metros me fui con el primero al cual le di en el cuello y cayó redondo, al momento me dijeron que me fuera con el segundo cosa que hice al instante y ya de culo vi claramente como le entraba el tiro. Se fue, pero al final de la montería lo lograríamos encontrar un poco más abajo en el arroyo. Este es mi primer y único doblete de venados. Justo antes de que yo me volviera a vigilar mi zona una tímida ladra se escuchó a unos 100 metros entre el llano de arriba y donde estábamos, justo donde había una zona de monte. Pronto fueron llegando más perros hasta que lo que fuera que había allí arrancó hacia nosotros y pronto escuchamos algo arrasar monte a una increíble velocidad, y al momento por delante nuestro a unos 50 metros vi aparecer el cochino más grande que yo he visto en montería, tenía el pelaje canoso por lo que parecía viejo y el tamaño de un oso!! Nos fuimos con él y le pegamos la increíble cantidad de 5 tiros, 2 yo y 3 mi padre, pero aquel cochino se fue como había venido desgraciadamente, y sin explicarnos cómo. aunque al final de la montería encontramos un rastro de sangre justo donde yo le había pegado el primer tiro, y que nos llevó, gracias a un perro de un señor amigo de mi padre, al puesto de más abajo, que según nos dijeron ocupaba una señora, justo donde había habido un bicho muerto y que ya habían recogido, pero que no reclamamos por respeto y siguiendo el criterio de mi tío porque lo prioritario en el campo es pasárselo bien y no abatir la mejor res. Continuamos la montería y de nuevo me fui a mi zona de antes. Pasado un tiempo, una ladra esta vez rápida y veloz, lo cual indicaba que prácticamente seguro era cervuno, se escuchó. Pasados unos segundos lo que había predecido apareció, llegó un venado perseguido por numerosos perros al cual le solté un tiro nada más verlo, y al momento le vi cojear y me di cuenta que llevaba un tiro en la pata, justo cuando llegó a la zona de mi padre que lo abatió dejándolo seco, pero como ya se sabe la primera sangre es la que se lleva el bicho, así que aquel venado era mío. Al rato tiro mi padre un venado pequeño dándole empanzado y quedándose muerto unos metros más abajo. Con esto llevábamos 1 cochino, otro que no sabíamos, 5 venados matados y 1 rematado, por lo que todavía podíamos matar 1 cochino más. Prosiguió la montería, y ya estaba casi finalizando cuando por la parte de de mi padre entró un cochino zorreao, al cual dejó llegar y tiró fallándolo. El cochino siguió subiendo hasta llegar al llano que yo controlaba. Le pegue un tiro y claramente se le vio un chorro de sangre salir de la zona de la barriga, avisándome Rafa que estaba muerto unos metros más abajo. Vaya pantalones le había puesto a mi padre, y además tenía colmillos también. Al poco oímos las caracolas y empezamos a recoger cachivaches cuando de pronto un cochino apareció por el puesto, lo pudimos observar durante varios segundos y se fue como un rayo, no queriéndolo tirar por la duda de si el cochino grande que habíamos tirado aparecía.
En la comida degustamos una increíble cierva que me encanto. Yo estuve esperando a ver los bichos dado que no había ningún niño y justo cuando nos íbamos a ir María Torres nos dijo que habíamos sido los que más habíamos matado y que por eso nos iban a dar un regalo denominado la bellota de oro, que se la dan cada año al que más reses mata. Llegamos a Córdoba reventados pero felices, y además sabiendo que al día siguiente nos esperaba otra increíble montería como era el Puerto del Toro.
Concluyo diciendo que Cabalgaderos fue una grandiosa montería, que os he querido contar en el día de hoy porque para mí fue la más especial y la primera de un fin de semana espectacular con al día siguiente el Puerto del Toro y el domingo las Mesas del Bembézar, pero eso es otra cuestión y queda para relatos futuros.
Nota de NidoHunting: Maravilloso relato y grandioso día de montería con tu padre…Tu familia, en la cual me incluyo, no podemos estar más orgullosos y contentos de saber que la gran saga de monteros y rehaleros de Córdoba y Cáceres, tienen continuidad contigo.¡¡Que maravillosas tertulias monteras con tu abuelo Tomás…aprendiendo de recovas extremeñas!!, ¡¡Que sabiduría hablando de campo con tu abuelo Pepe!!¡¡Y Tu abuela Mari, con que pasión nos cuenta los estados del celo de los pájaros…!!! ¡¡¡Y esas interminables charlas sobre corzos en nuestro coto Soriano, donde has sido protagonista y te hemos acogido como uno de los nuestros¡¡¡ ¿No son todas ellas experiencias, como las que vendrán, también INOLVIDABLES…?, Que orgulloso tienes que estar Jose de haber tenido tan buenos maestros, habiendo cogido ahora el relevo tu padre, compañero de puesto ese apoteósico día…
«Son muchas las vivencias inolvidables que nos regala el campo y la caza, te invito a que prepares cualquier día una acogedora chimenea y una botella de buen vino, te unas a nosotros, y le pidas a tu padre o a tu tío Pedro, que te cuente algunas de las nuestras…verás amanecer y comprenderás aún mejor porqué la CAZA ES TAN GRANDE Y FORJÓ UNA AMISTAD INSEPARABLE…»
Muchas Gracias y Enhorabuena.
PD. Lo mejor los PANTALONES, genial…
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