
MEZQUETILLAS-CAÑADA DE LAS MONJAS
La primera vez que tuve la suerte de ir con Santi Soto y mi Tío Antoñete de montería, fue el 17 de octubre de 2015, la primera montería de Nidohunting, “Mezquetillas”. Me acuerdo de llegar todos por la mañana al sorteo, en un amplio llano y con un día espectacular, soleado, con el cielo despejado, incluso diría que hacía calor. Iba llegando la gente en camisa con apenas ningún abrigo. No sabíamos lo que nos esperaba… Cuando llegó mi Tío Antoñete me quedé flipando. ¡Venía con muletas y una zapatilla de casa! Ansioso le pregunté que le pasaba y me dijo, con una ligera sonrisa, “ayer me pasé de marisco sobrino y tengo gota,” a lo que yo contesté, “verás cómo nos toque un puesto de andar”.
Pasado el desayuno, tocaba sortear y fue mi Tío quien cogió el puesto. Al nombrar el puesto vi como mi padre se echó las manos a la cabeza, ¡nos había tocado el puesto que más andaba de la montería!. Nos ofrecieron cambiarlo, pero mi Tío no se lo pensó dos veces y dijo que no, la suerte estaba echada. Recuerdo las palabras de Santi cuando se enteró de la caminata que nos íbamos a pegar: “Antonio te estás volviendo loco, cambia el puesto por Dios”pero ni caso, y con ese puesto nos quedamos.
Llegaba la hora de salir y vimos como el día se iba poniendo peor y peor. Mi Tío seguía con una sonrisa como siempre y a Santi le estaban entraban los calores de la muerte y no paraba de decir: “estamos locos Antonio.” Cuando por fin llegamos a donde teníamos que dejar el coche, el día había cambiado por completo, empezó a chispear y el sol desapareció. Cogimos todos los bártulos y empezamos a descender hacía el puesto. Debido a la lluvia, el suelo estaba muy resbaladizo y me caí un par de veces, pero nada me quitaba la ilusión de montear. Seguimos andando y parecía que no íbamos a llegar nunca, la lluvia empezó a apretar y, al no ir preparados, nos estábamos poniendo como una sopa. Santi no aguantaba más y me decía, “Pablo, telita donde ha ido tu padre a poner un puesto”.
Cuando por fin llegamos al puesto, mi tío estaba hecho un brazo de más, como se suele decir, apoyó las muletas en una encina, colocó los catrecillos, desenfundó el rifle y lo cargó, y empezó a analizar el testero que teníamos enfrente, para predecir la carrera de las reses que pudieran entrar. Mientras tanto, ahí seguía Santi Soto, apoyado en un árbol, echando maldiciones, resoplando, sudando y… con las gafas empañadas: “Antonio yo así no puedo tirar”,decía con desesperación, “no veo un carajo y no quiero ni pensar en el camino de vuelta, cuesta arriba, ufffffff”.
Nuestra suerte mejoró, aunque el día no, y conseguimos abatir dos cochinos y un zorro.
LA ALJABARA DE SPINOLA
Otro día, tuve el placer de acompañarlos a la Aljabara de Spínola. Me recogió Santi por la mañana y partimos hacia la finca. Ya en el coche los dos íbamos con una ilusión tremenda, aunque Santi un poco asustado, ya que íbamos a ponernos en el puesto de la barca. A Santi no le preocupaba en absoluto si tirábamos o veíamos algo, lo único que pensaba y decía es “verás tu, como nos caigamos de la barca con el frío que hace, no me fio de tu Tío ni un pelo”.Tras el trayecto hacia allí, ni siquiera nos paramos a desayunar, cosa que a mí me desesperaba un poco, y al oír Santi mis quejas, me consolaba diciendo: “Tranquilo niño, que te traigo un taco que lo vas a disfrutar, traigo un lomo ibérico que está para no dejar cacho.”
Por fin llegamos a un cruce donde nos recogió mi Tío Antoñete. Cambiamos las cosas de coche y fue nada más subirnos que Santi empezó a bombardear con preguntas: “¿Antonio, como es la barca…Tu la habrás vito no… No iremos muchos, no?”Mi Tío se empezó a reír y tranquilizó a Santi respondiéndole: “No te preocupes, la barca es ancha y solo vamos nosotros”. Conseguimos llegar al rio, aunque con dificultades ya que nos perdimos un par de veces y empezamos a poner las cosas en la barca para salir lo antes posible. Empezó el viaje y, aunque con un poco de frio, todos lo disfrutamos mucho, ya que se veían unas vistas preciosas de camino al puesto e incluso nuestro postor pudo ver un gran cochino.
Después de unos 30 minutos de un agradable paseo en barca, llegamos a la orilla donde empezamos a subir una gran montaña. Aunque todavía era muy temprano, hacía un calor considerable y nos costó mucho subir. Una vez llegamos al puesto, nos asentamos y empezamos a prestar la máxima atención posible por si entraba algo pronto. Con toda la subida que tuvimos que hacer y ya que no pudimos desayunar, me entró mucha hambre y me acabé el lomo de Santi en un santiamén. Cuando se quisieron dar la vuelta para probar un poco se quedaron con las ganas…
Conseguimos abatir tres venados y un bonito cochino.
LAS MESAS DE MIALDEA
La siguiente vez que los acompañé, fue a esta mítica finca, “Las Mesas de Mialdea”. Con sus preciosas caídas al pantano de la Breña y su increíble monte, un sitio único. Me hacía mucha ilusión volver a ir con ellos de montería y si encima era a esta finca aun más, ya que en esta zona lindando con ella se encuentra “Las Mesas de Prieto”, que era de mi bisabuelo y sigue siendo de mi familia.
Ya como de costumbre, el día amaneció lluvioso y aunque íbamos preparados yo sabía que nos íbamos a mojar seguro. Terminamos el desayuno y tocaba sortear, nombraron a mi Tío y lo volvió hacer… ¡Un puesto de andar! El 5 de los caserones. Cuando me dijo la postura donde nos íbamos a poner, no pude evitar que una sonrisa, ya mi padre me habló mucho de esa armada y hasta hay un libro escrito sobre ella (Desde el 2 de los caserones, de Manuel B. Mialdea Lozano). Nombraron nuestro nombre y tocaba partir.
Llegamos al final de un camino y nos dijeron que debíamos dejar los coches aparcados y que seguíamos andando, algo que a Santi no le hacía mucha gracia. Empezamos la caminata y la lluvia apretó con más fuerza. Seguimos andando y la bajada cada vez se hacía más complicada, tanto que Santi se resbaló y se cayó. Con su gracia habitual empezó a protestar. Continuamos andando hasta que finalmente logramos llegar a la tablilla. El postor nos explicó donde podíamos tirar y allí nos quedamos. Mi Tío empezó a sacar los catrecillos, a abrir el paraguas y a ver las vereas por donde nos podían entrar las reses, siempre el mismo ritual; sin embargo Santi se sentó a tomar un respiro y decía: “Lo que no me pasa a mi no le pasa a nadie.”Mi Tío y yo reíamos sin parar.
Soltaron las rehalas y empezamos a prestar la máxima atención para que no se nos pasase nada. No tuvimos suerte cuando pasaron los perros por primera vez, pero no parábamos de oír tiros de la armada del rio. Volvieron los perros y se nos aproximaba una ladra. Ese día yo no estaba muy fino y justo cuando parecía que nos iba a entrar algo, me caí encima del rifle de Santi y con el ruido que hice al final la res no rompió. Ni os cuento las maldiciones que salieron de esa boca…
Pasaron más ladras y entre tanto, llego la hora de comer un poco en el puesto, que además Santi me había dicho que había traído un queso espectacular. Abrió su zurrón y resulta que no encontró el taco, ¡Se nos había olvidado la comida en el coche! Recuerdo con todo detalle la cara de Santi cuando se dio cuenta de que no íbamos a poder hincar el diente hasta que llegásemos a la casa, era todo un poema.
La montería llegaba a su fin y justo nos entró un venao pinchado del puesto de arriba que con un tiro de Santi y otro de mi Tío, logramos rematar.
Y finalizo mi escrito como lo empecé “he tenido la suerte de ir,” con estas dos magnificas personas, entrañable pareja de NidoHunting, formada por don Santiago Soto y don Antonio Vila, miembros de familias dueñas de fincas de Caza Mayor, que desde niños han monteado las mejores fincas de nuestra sierra, saben mucho de campo y siempre tienen una historia montera que contarme. Me han enseñado mucho, y siempre les estaré muy agradecido, y como bien me han dicho en alguna ocasión: “Lo importante es cazar, que lo hagamos juntos y echemos un buen día de campo”.
Pablo Gosálvez Roldán
Nota de NH: Pablo, te ruego me permitas le ceda el testigo a tu padre, ya que esta nota de agradecimiento le corresponde escribirla a él, porque desde que eras muy pequeñito, se ha desvivido para que tu formación Venatoria fuera como mandan las tradiciones que se transmiten entre generaciones. También invito a Santi y a Antonio, para que te dediquen unas palabras, porque te las mereces. Yo solo te pudo dar las gracias y la enhorabuena por haber participado, y decirte que tu abuela Maria del Carmen Prieto, gran aficionada y rehalera, y tu abuelo Pepe, que os sigue vigilando desde el cielo, están muy orgullosos de ti por tener como nieto a un gran Montero, uno de los nuestros….
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